La lectura que hoy recomendamos para esta semana es la novela “Almas muertas” de Nikolai Gógol, el primer gran novelista ruso del siglo XIX. En esta obra, Gógol realiza una sátira de la sociedad rusa de su tiempo, criticando el sistema de servidumbre al que estaban sometidos los campesinos. Según este sistema social, los trabajadores del campo eran siervos que formaban parte de una finca y por lo tanto pertenecían a su dueño, para el que tenían que trabajar.
Dentro de esta situación de servidumbre rural, la novela de Gógol se basa en una estafa que se podía hacer aprovechándose de las leyes. Como era posible comprar siervos, o almas, como se les llamaba, y una vez adquiridos solicitar tierras que el Estado concedía gratis a aquellos que tuvieran siervos para cultivarlas, y como entre censo y censo de población los siervos que morían estaban aún sin registrar como difuntos, era fácil venderlos y comprarlos como si estuvieran vivos, y de este modo solicitar las concesiones de tierras estatales. Después, no importaba muchos que tales siervos no existiesen, pues podía afirmarse que habían muerto mientras tanto o que habían huido, o comprar algunos campesinos vivos para justificarse si era necesario. El caso es que el astuto estafador solía vender esas tierras fraudulentamente conseguidas a otro propietario, por lo que se sacaba un buen dinero con el timo.
Pues bien, el protagonista de la novela de Gógol es uno de estos estafadores, aunque poco hábil y miserable, por lo que da lugar a situaciones cómicas en un trasfondo de denuncia de las desigualdades sociales.
Pues bien, el protagonista de la novela de Gógol es uno de estos estafadores, aunque poco hábil y miserable, por lo que da lugar a situaciones cómicas en un trasfondo de denuncia de las desigualdades sociales.
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