A través de la casualidad y de la imaginación, la innovación y el método de ensayo y error, el potencial del cine estaba siendo descubierto y empujado hacia delante por personas con talento a las que no les importaba asumir riesgos. En la costa este de los Estados Unidos, el ahora olvidado Enoch J. Rector introdujo el cine en un nuevo territorio: el comercio. La producción y exhibición de películas se había convertido en una atracción más, que compartía los principales bulevares de las ciudades con las tiendas de ropa y otros comercios, anunciándose las primeras películas y salas de cine con grandes carteles que intentaban captar la atención de los peatones.
Una de las películas de mayor éxito de público rodada por Enoch Rector fue el combate de boxeo entre Corbett y Fitzsimmons, celebrado en el estado de Nevada en 1897. Rector utilizó un formato de película que no sería común hasta 50 años después, la pantalla ancha o formato panorámico. Para conseguir esto, inventó una nueva cámara a la que llamó Veriscope. La película cinematográfica utilizada en esta cámara tenía 63 milímetros de ancho, cuando lo normal entonces era únicamente 35 milímetros.
La película del combate entre Corbett y Fitzsimmons es el primer ejemplo, que se sepa, de un realizador de cine que modificó el tamaño de la pantalla para capturar de una forma adecuada el espectáculo de un evento. Como por entonces las posibilidades de montaje de una película eran mínimas, Rector no podía mostrar el combate desde distintos ángulos, como haría, por ejemplo, muy posteriormente, el director norteamericano Martin Scorsese en su película “Toro salvaje”.
Lo que realmente hace interesante la película del combate entre Corbett y Fitzsimmons es que muestra perfectamente el cambio social que estaba experimentando el cine en los Estados Unidos en aquella época, finales del siglo XIX. Un periódico local, The Brooklyn Eye, el ojo de Brooklyn, comentaba sobre ella: el hombre que hubiera predicho que un suceso que ha ocurrido hace más de un mes iba a poder ser reproducido ante los ojos de la multitud en imágenes que se mueven como la misma vida, y que un rayo de luz las mostraría y daría vida, hubiera sido tenido por loco o habría sido colgado por brujo.
Los comentarios del historiador cinematográfico Terry Ramsaye sobre esta película son aún más interesantes: “El odio del pugilismo mostrado en una pantalla, recorriendo toda la América puritana. Hasta esa película, el status social del cine había sido incierto. Ahora se convertía definitivamente en un espectáculo grosero, un entretenimiento para las clases bajas e incultas”.
En Francia, los productores de cine se habían dado cuenta del atractivo que el cine tenía para la clase trabajadora, pero habían comenzado también a hacer películas dirigidas a la clase media. Una compañía francesa, Film d’Art, o película de arte, comenzaría pronto a rodar adaptaciones de obras de teatro cultas. En Escandinavia, Alemania y la India, el cine rápidamente adoptó pretensiones literarias y culturales. Por el contrario, en Estados Unidos, películas como el combate entre Corbett y Fitzsimmons establecieron una dirección populista, que han seguido la mayoría de las películas estadounidenses hasta hoy. Esto explicaría la hegemonía mundial del cine comercial de los Estados Unidos en la actualidad y su reticencia a considerar el cine como una forma de arte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario